Los Vetones, primeros habitantes de las tierras abulenses
Los primeros habitantes de la zona que hoy ocupa Ávila fueron los Vetones, nombre con el que se agrupa a un conjunto variado de pobladores prerromanos de cultura celta que vivió en la península ibérica hace más de 2500 años y de los que se han encontrado vestigios que indican sus características diferenciadas de otros primigenios moradores de la región.
Desde los restos arqueológicos se puede decir que los vetones (en latín vettones) estuvieron asentados desde el siglo V a.C. hasta finales del siglo III a.C. entre los ríos Duero y Tajo, que ocuparon los territorios de las provincias vecinas además de Ávila; y que conocieron a los fenicios del siglo 500 a.C. y a los griegos del 400 a.C., siendo reducidos por los cartagineses del 200 a.C. y finalmente conquistados un poco más tarde por los romanos del siglo 100 a. C.
Sociedad vetona
Sobre la estructura social de los vetones se observa que disponían una compleja ordenación jerárquica e ideológica en sus poblados, así como sectores sociales de distinta significación que concluyeron en un poblamiento altamente jerarquizado con desigualdad manifiesta en el acceso o distribución de los recursos disponibles.
La característica de su ordenación fue una estructura piramidal coronada por las élites militares seguida por un grupo heterogéneo de guerreros; continuada por los especialistas artesanos, alfareros, metalúrgicos o carpinteros; y con base constituida por individuos de carácter humilde dedicados al proceso productivo ganadero, agrícola o a la construcción de los poblados y sus defensas.
Más de los 136 asentamientos vetones se corresponden con construcciones de nueva planta en los que se aplica el concepto de Oppidum, es decir aldeas de ubicación geográfica elevada, colina o meseta, que con las defensas naturales reforzadas, resultarían apropiadas al refugio habitable.
Las conclusiones de varias investigaciones indican una vida media de 30 años y unas poblaciones de entre 150 y 250 personas por poblado, con concentraciones excepcionalmente extensas de hasta 1000 individuos; influidos en cualquier caso por el contacto con otras civilizaciones mediterráneas, de las que fueron tomando herramientas para la evolución de sus instituciones para la gestión política.
Asentamientos vetones
En la arquitectura de sus emplazamientos se denota elección por puntos elevados y de difícil acceso, ubicados en cerros de rocas graníticas y junto a excelentes vías de comunicación con variedad en cuatro tipos fundamentales tales como:
- Espigón fluvial: Caracterizado por un cerro de meseta escarpado en el lugar donde se unen dos cauces fluviales
- En cerro o acrópolis: Ubicándose en la zona más alta de la extensión geográfica con facilidades naturales de defensa
- En meandro: Buscando que la proximidad a curvas sinuosas de los cauces fluviales para optimizar su beneficio.
- En ladera: Para poder cruzar los ríos fácilmente
Los vestigios permiten identificar estructuras defensivas con obras artificiales de fortificación elaboradas con técnica constructiva de murallas relativamente uniformes, enriquecidas con un reforzamiento interno para evitar que se desmoronen, alcanzando una anchura de 4 a 8 metros por termino medio y que estaban acompañadas de imponentes bastiones y macizos salientes curvilíneos en las inmediaciones de las puertas principales de acceso o en la entrada misma.
También se observa que disponían estos asentamientos de zonas diferenciadas entre los barrios aristocráticos ubicados en los sitios más altos y con optima visibilidad, con los barrios residenciales para los artesanos, agricultores y ganaderos, y con los barrios extramuros; Que contaban también con áreas de encerramiento de ganado, de servicios colectivos (para alfares, talleres metalúrgicos, vertederos, fábrica de adobes, canteras), lugares de mercado o esparcimiento y lugares con vocación de culto.
Religiosidad vetona
La religiosidad de los vetones como toda experiencia mística, fue considerada como un fenómeno social de integralidad simbólica, que no solamente contribuía a explicar la realidad, sino que se constituyó como un elemento fundacional de su modelación como sociedad.
Entre sus deidades más representativas esta Ataecina quien se puede describir como una diosa madre tutelar, que suministra bienes terrenales y que es señora de los poderes crónicos. También esta Vaélicus que aparece como dedicatario de una veintena de lapidas, reforzando su aproximada similitud a un allende infernal, un representante del infierno y del más allá, siendo a su vez protector de la naturaleza. Otra divinidad importante es Toga cuyo nombre e inscripciones hace pensar en una garante de los pactos o protectora de comunidades con el fin excelso de refugio místico.
Las formas ceremoniales se llevaban a cabo en santuarios rupestres situados en grandes terrenos cubiertos de peñascos con presencia de escaleras talladas y pequeños canales, que remiten a rituales de derrame de líquidos después de probados. Parece también probable la existencia de un sacerdocio organizado que se encargarían de administrar con fines terapéuticos hierbas y parece que dispusieron de áreas sacras apartadas de la concentración de las casas formando una especie de “altar de sacrificios y sauna ritual”, que conjugados con los compartimientos adyacentes, indicarían una función social de sacralidad.
Hay que mencionar finalmente que una de las opciones sobre el significado del nombre “vettones” es que este relacionado con la raíz celta -vect que tiene por significado “lucha”, obteniendo por extensión que su nombre les identifica como “luchadores”
Ávila patrimonio de la humanidad más cerca del cielo. Bienvenidos !!!
ILUSTRACIONES:
Martin Mateos Benito
BIBLIOGRAFIA
Vettones: Análisis arqueológico del poblamiento. Jesús Alvares-Sanchis. Real academia de la historia. Madrid 2000
La religión de los vettones. Francisco Marco Simón. 2000
Vettones: pobladores prerromanos de la península ibérica. Luis Quiñones García. Revista de Historia. 2015
Vattones Guia infantil. Francisco Javier Gonzalez-Tablas Sastre. 2004
Vettones en la provincia de Ávila. Jorge Piris Chozas. Trabajo de fin de grado. 2011